Ambas son unas buenas opciones de tratamiento.
Los brackets es una técnica más convencional que la ortodoncia invisible, pero con las dos se alcanzan los resultados que necesita cada paciente.
Es necesario realizar un correcto estudio de ortodoncia para diagnosticar las patologías y adaptar la técnica al paciente. En pleno sigo XXI, los pacientes suelen decantarse por la ortodoncia invisible por las ventajas que esta les ofrece, desde la estética que se tiene durante el tratamiento hasta la higiene y comodidad.
Los niños son unos candidatos maravillosos para la ortodoncia invisible porque les permite realizar todas sus actividades sin que la ortodoncia suponga un problema estético y con mínimas molestias al cambio de férulas. Además, son excelentes colaboradores durante el tratamiento pues esté no interfiere en sus relaciones sociales y pueden comer como si no se estuvieran realizando un tratamiento de ortodoncia.